Comentario
Que trata de la vida y cosas que acaecieron en el discurso del tiempo que imperó Tlotzin
Jurado que fue y recibido en el imperio Tlotzin, una de las cosas en que más puso su cuidado fue el cultivar la tierra; y como en tiempo de su abuelo Xólotl lo más de él vivió en la provincia de Chalco, con la comunicación que allí tuvo con los chalcas y tultecas, por ser su madre su señora natural, echó de ver cuan necesario era el maíz y las demás semillas y legumbres para el sustento de la vida humana; y en especial lo aprendió de Tecpoyo Achcauhtli que tenía su casa y familia en el peñol de Xico: había sido su ayo y maestro y entre las cosas que le había enseñado, era el modo de cultivar la tierra y como persona habituada a esto, dio orden de que en toda la tierra se cultivase y labrase y aunque a muchos de los chichimecas les pareció cosa conveniente y la pusieron por obra, otros que todavía estaban en la dureza de sus pasados, se fueron a las sierras de Metztitlan y Totépec y a otras partes más remotas sin osar levantar armas, como lo habían hecho Yacánex y sus aliados; y desde este tiempo se comenzó a cultivar en todas partes la tierra, sembrando y recogiendo maíz, y otras semillas y legumbres y algodón en las tierras cálidas para su vestuario. El modo que tenían en la jura y coronación de los emperadores chichimecas era coronarlos con una yerba, que se dice pachxóchitl, que se cría en las peñas y ponerles unos penachos de plumas de águila real encajados en unas ruedecillas de oro y pedrería, que llamaban Cocoyahuálol, juntamente con otros dos penachos de plumas verdes, que llamaban Tecpílotl; que lo uno y lo otro ataban en la cabeza con unas correas coloradas de cuero de venado: y después de haberle puesto en la cabeza las cosas referidas (que esto hacían los mayores y más ancianos señores del imperio), salían a ciertos campos en donde tenían acorraladas cantidad de fieras de todo género, con quienes peleaban y hacían mil gentilezas y después de haber matado y despedazado, corrido, saltado y flechádose unos a otros y hecho otras cosas de regocijo a su modo, iban a los palacios, que eran unas cuevas grandes, en donde comían todo género de caza asada en barbacoa, y no, como algunos piensan, seca al sol, porque siempre los chichimecas usaron el fuego y era ley entre ellos, que cuando tomaban posesión de alguna tierra encendían fuego, sobre las más altas sierras y montañas; como parece en las historias lo hizo Xólotl al tiempo y cuando tomó posesión sobre ésta de Anáhuac y también les servía para hacer seña (cuando tenían guerra) con humo en las montañas y sierras altas. Los cuales andaban por familias y los que no tenían cuevas, que era su principal habitación, hacían sus chozas de paja; y la caza que cazaban los de cada familia, la comían todos juntos, excepto las pieles que eran del que la cazaba: su vestuario eran las pieles referidas que las ablandaban y curaban para el efecto; trayendo en tiempo de fríos el pelo adentro y en tiempo de cañones cuando son las aguas, el pelo por la parte de fuera; aunque los reyes y señores solían traer debajo de las pieles algunos paños menores de nequén muy delgados o de algodón los que los alcanzaron. Casaban con sola una mujer y ésa no parienta en ningún grado, aunque después sus descendientes casaron con primas hermanas y tías, costumbre que tomaron de los tultecas. Y finalmente fue y ha sido la nación más belicosa que ha habido en este nuevo mundo, por cuya causa se señorearon de todas las demás. Y habiendo imperado Tlotzin Póchotl treinta y seis años, murió en el de 1141 de la encarnación de Cristo nuestro señor en el que llaman ce tochtli y fue sepultado su cuerpo en la misma parte que estaba su padre y abuelo, hallándose en su entierro y honras príncipes y señores: y el modo de su entierro era, que así que moría, sentaban en cuclillas el cuerpo y ataviado con las vestimentas e insignias reales, lo sacaban y sentaban en su trono y allí entraban sus hijos y deudos y después de haber hablado con él con llanto y tristeza, se iban sentando hasta que era hora de llevarlo a la cueva de su entierro, en donde tenían hecho un hoyo redondo, que tenía más de un estado de profundidad, allí lo metían y cubrían de tierra. Este príncipe fue el último que tuvo su corte en Tenayocan, porque su hijo Quinatzin no quiso venir a ella, por tener la ciudad de Tetzcuco muy poblada de edificios y caserías, en donde él asistía y tenía su corte; antes se la dejó a su tío Tenancacaltzin a quien le hizo señor de ella.